[reexistencia_activa] 11 de octubre de 1492: el último día de libertad…antes de la invasión

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Sab Oct 11 22:13:50 UTC 2014


11 de octubre de 1492: el último día de libertad…antes de la invasión
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11 octubre, 2014
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[image: 11oct]
*¡Recordemos cada 11 de octubre a los que nos antecedieron en esta tierra y
que enseñaron a sus hijos a cuidarla porque, como dice un proverbio
mapuche, nadie es dueño de la tierra, la recibe en préstamo cuando nace y
la debe devolver a la naturaleza más próspera y fértil cuando se va!*
*
*Felipe Pigna y Bersuit Vergarabat *
…El aniversario de la llegada de un comerciante aventurero que se tropezó
con un continente maravilloso donde los hombres vivían en libertad y en
armonía con la naturaleza. Pueblos como los arahuacos, que le ofrecieron a
Colón y sus secuaces toda su amistad, porque para decir amigo decían “mi
otro corazón”, y al arco iris lo llamaban “serpiente de collares de
colores”. Colón no tenía vocación para la poesía y rápidamente los
esclavizó y los puso a buscar oro para el Papa y los Reyes Católicos. En
treinta años la población de las Antillas fue exterminada por los invasores
empachados de codicia. ¿Qué festejamos el 12 de Octubre?Festejamos la
introducción en América de los secuestros extorsivos. El asesino Hernán
Cortés secuestró y mató a Moctezuma a pesar de que los aztecas pagaron un
rescate de toneladas de oro y plata. Lo mismo hará su compañero Pizarro con
Atahualpa en el Perú. La conquista le costó a América 80 millones de vidas
que quedaron en las minas, en los obrajes, en las haciendas, para
enriquecer al reino de España y a los banqueros europeos. Pero de entrada
nomás pintó la rebelión y el caballo, traído por los españoles para
dominar, fue adoptado por los nativos que se formaron las caballerías
rebeldes de los ejércitos libertadores como el de Túpac Amaru, que les
metió miedo a los conquistadores y los obligó a cambiar su política de
explotación y genocidio. Hoy a más de 500 años, la conquista sigue y sigue
la lucha desigual de los mapuches contra el emporio Benetton, dueño de
900.000 hectáreas en la Patagonia. En este territorio entrarían varios
estados europeos, pero no les alcanza y quieren quitarle la poca tierra que
les quedó a nuestros habitantes originarios después del saqueo de Roca y
sus secuaces.

**

*Los indios son anarquistas*

*Osvaldo Bayer*

Hoy es el último día de Libertad. Así consideran los habitantes originarios
de América al 11 de octubre. Luego llegarían los europeos. Un día para que
los descendientes de los barcos piensen y recuerden. No en la línea Bush
sino en la línea de la justicia y la solidaridad. ¿Recuerda el lector los
“500 años”? ¿Las fiestas que hicieron los españoles para ganar turistas?

Recuerdo siempre el gran cartel que había en la Expo ‘92 de Sevilla para
recordar el “descubrimiento” cristiano de América: “Apúntate a una cena en
un galeón, a los bailes del Palenque, a los gauchos de la Pampa, a las
tumbas mochicas, a los viajes de los descubridores, a las pizzas y cuscús,
al túnel del tiempo maya, al enterramiento del señor de Sipén, a la gran
pirámide azteca, a un fortín colonial de Puerto Rico. ¡Pega un salto al
mundo de 1492! Un espectáculo lleno de magia, con actores, máquinas,
proyecciones, efectos especiales y animatrónicos con robots parlantes que
nos sumergen en la época del Descubrimiento (con mayúscula) de América; con
Pavarotti y Plácido Domingo podrás subir a la nao Victoria, el primer barco
que dio la vuelta al mundo. ¡Diviértete, relájate, disfruta! ADULTOS,
CUATRO MIL PESETAS”.

Y debajo se retrataron sonrientes González y Aznar, los dos representantes
del Partido Socialista Español y de la derecha franquista. Viva la pepa.
Eso había sido la conquista española.

Nada de Túpac Amaru despedazado por caballos atados a sus piernas y brazos,
ni los miles de esclavos muertos, ni la destrucción a puro fuego de las
aldeas indígenas. Que no fueron sólo los españoles en nombre de Cristo sino
también los “patriotas” latinoamericanos. Véase la Campaña del Desierto de
Roca. Pues bien. Todo un ejemplo: los representantes de los 42 mil
aborígenes que viven todavía en nuestras pampas, se reunieron en La Plata
para el Parlamento Indígena. Sus resoluciones fueron el respeto a sus
normas de vida y a su derecho a vivir. Olga Garay, tataranieta del cacique
Andrés Raninqueo, dijo al empezar: “Nuestro objetivo es que la comunidad
sepa de nuestra existencia y hacer poder oír nuestras voces.

Los huincas nos impusieron su religión, su ideología, su lengua,
perdiéndose de alguna manera las nativas. Queremos que se reconozca y
valorice la cultura de los distintos grupos étnicos para lograr una mejor
convivencia. Que el aborigen no siga sintiéndose un paria en su propio
suelo. Que se vea la posibilidad de enseñar en las escuelas nuestras
propias lenguas y de esa forma no perderíamos nuestras raíces, y las
personas que nos desconocen se enterarían de que todavía existimos”. Y el
Congreso todo aprobará una declaración honesta y bella. Dice: “Estamos
transitando un nuevo milenio desde aquel 12 de octubre de 1492, trágico
encuentro de dos civilizaciones.

…Así como ellos salen a nuestro encuentro, debemos hacer lo mismo, terminar
con todos los feroces detalles que los hacen aparecer como vencidos: borrar
de nuestro paisaje y de nuestras ciudades el nombre de militares y civiles
genocidas. Devolver el poético nombre de cerros, lagos, ríos y pampas que
tenían antes de la Conquista del Desierto y de la presencia en esas
latitudes del Perito Moreno…

***

*12 de octubre: la rebelión de los ‘flojos’*

El 12 de octubre es herida abierta, historia descontada, exclusión en forma
de fiesta racial. Pero en países como Bolivia arranca el Toki Onqoi (baile
de sanación) o en Venezuela se celebra el Día de la Resistencia. Es la
rebelión de los ‘flojos’ que nunca lo fueron. El pasado hay que recontarlo
para que el futuro sea diferente.

*“Es pues evidente que los españoles no tenían ni aún sombra de pretexto
para llevar la guerra y sus estragos al continente americano; es evidente
también que no han hecho una guerra en forma. Sus hostilidades han sido,
pues, injustas, sus victorias asesinatos,  y sus conquistas rapiñas y
usurpaciones.  La sangre derramada, las ciudades saqueadas, las provincias
destruidas, he aquí sus crímenes delante de Dios y de los hombres” *

Francisco de Miranda (1801)

En muchos lugares de la América invadida por los españoles se le sigue
denominando como el Día de la Raza y no hay ‘mejor’ nombre cuando la excusa
racial ha sido el argumento para exterminar, marginar o sacar de la
historia a millones de seres humanos. *El “encubrimiento de América”*, como
lo denomina certeramente Aníbal Quijano, se viene resquebrajando con la
visibilización de *las resistencias y las luchas de los pueblos originarios
y los de la afrodiáspora de estos 520 años*. Muchas personas lo ignoran
–otras lo quieren ignorar-, pero la resistencia arrancó casi desde el día
uno de la invasión y los pueblos de ABya Yala (nombre del continente en
lengua de los kuna) han sido sujetos activos y protagónicos de su propia
historia.

Han sido ocultadas las rebeliones con diferentes mecanismos culturales e
ideológicos (sumados a la violencia física). *Indígenas y afrodescendientes
cargan con la maldición racial* que los despoja de su carácter de obreros,
de su condición de clase. Una condición a la que, por cierto, no llegaron
de forma voluntaria, sino como* mano de obra forzada para la mayor empresa
capitalista de la historia*. Si los capitalistas de la Revolución
Industrial inglesa tuvieron que ‘utilizar’ a la religión –y su corpus de
nuevos mensajes inventados- para justificar la explotación fabril de los
que, hasta ese momento, eran campesinos europeos, en las Américas se fue
más allá al eliminar de raíz la posibilidad de que los trabajadores se
considerasen parte de la nueva clase obrera. Escribía *Eduardo Galeano* en Las
Venas Abiertas de América Latina: “La economía colonial latinoamericana
dispuso de la mayor concentración de fuerza de trabajo hasta entonces
conocida, para hacer posible la mayor concentración de riqueza de que jamás
haya dispuesto civilización alguna en la historia mundial”. Sin embargo,
históricamente, la cosificación de indígenas y esclavizados es tan radical
que ni siquiera se les ha permitido categorizarse como los trabajadores que
generaron esa gigante plusvalía, algo que abriría la puerta a la exigencia
de derechos o, como mínimo, a la negociación sobre las condiciones de
trabajo con el patrón.

*El proyecto económico de Europa siempre necesitó de mano de obra*. Las
disculpas para justificar el negocio esclavista fueron tan efectivas como
la clave racial –de hecho, se confunden-. El negro era necesario por dos
razones: la pereza y ‘flojera’ del indio y la dureza del clima, sólo
soportable por los africanos. Ambas disculpas son falaces, aunque todavía
perduren en el imaginario popular europeo e, incluso, entre muchos criollos
latinoamericanos. *No había tal flojera indígena*: las minas de Potosí,
Zacatecas, Guanajuato, Pachuca, Tomebamba, Antioquia, Carabaya, Maipo,
Confines o Quilacoya dan fe del trabajo brutal al que se vieron sometidos
los ‘indios’ para ‘rescatar’ plata y oro para la Colonia española. Sólo *entre
1503 y 1660*, cuando los mecanismos de extracción eran más primitivos,
España sacó de las entrañas de Abya Yala *16 millones de kilos de plata* y
unos*180.000 kilos de oro*. No está mal para tanta flojera.

La intención de los españoles era explotar a la población originaria. Los
necesitaban. Pero *la resistencia que se encontraron, la necesidad de
acabar con poderes fuertes* (como el Azteca o el Inca) y *la
desestructuración de la forma de vida indígena* (lo que les privó de sus
mecanismos tradicionales de subsistencia y de sus estrategias para
enfrentar las calamidades) provocó lo que, visto con la distancia histórica
y los datos en la mano, es un genocidio en toda regla.

Si la mano de obra indígena no resultó suficiente se debe a dos razones: *la
resistencia indígena en muchos puntos de las tierras conquistadas* (hombres
que huían de la mita, naciones que se escondían en los lugares más
inhóspitos, pueblos que lucharon bélicamente con los españoles hasta bien
entrado el siglo XVII…) y *el genocidio* (o etnocidio) cometido en zonas
claves para este desarrollo capitalista (como en el Caribe donde sólo en La
Española –actual Dominicana y Haití-, Bartolomé de las Casas consignaba la
muerte de dos tercios de los habitantes originarios como consecuencia de la
opresión, la resistencia, las enfermedades y el hambre, que acabó con
50.000 indígenas).

La resistencia indígena se da casi desde el primer momento de la invasión
europea y aún hoy continúa. *“Hambre, carajo, que muerde las tripas de los
indios callados, humildes. La humildad debe ser virtud de dioses; los
indios se sienten hombres”*, escribía el ecuatoriano *Jorge Icaza* en
Huasiungo,
esa novela reivindicativa e hiriente que refleja la servidumbre a la que
estaban sometidos los indígenas y la imposibilidad de aguantarla sin
rechistar. Los ejemplos de esa resistencia se multiplican, a pesar de no
ocupar ni una línea en los libros de texto de la historia oficial.Sigue
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