"...la libertad es mas importante que la innovacion. De hecho, la
innovacion no vale nada sin libertad. Sacrificaria sin dudarlo toda la
innovacion por la libertad"<br><h3 style="text-align: right; font-weight: normal; color: rgb(0, 0, 0);"><font size="2"><span>Richard Stallman</span></font></h3>
<br><h3 style="text-align:justify"><a href="http://www.m-x.com.mx/2011-06-12/richard-stallman-un-hombre-sin-hogar/" target="_blank">http://www.m-x.com.mx/2011-06-12/richard-stallman-un-hombre-sin-hogar/</a><br>
<span style="font-size:20px"></span></h3>
<h3 style="text-align:justify"><span style="font-size:20px"><b>Richard Stallman, un hombre sin hogar</b></span></h3>
<p style="text-align:justify"><span style="color:#ffffff">.</span></p>
<p style="text-align:justify"><b>Para unos es un loco; para otros, un extremista. </b><b>Richard
Stallman es, sin duda, un personaje trascendental de la era de la
información, cuya influencia podría ser aún mayor después de su propio
tiempo de vida. Es, también, un hombre que ha perdido a su familia y que
cuando pensó que por fin había encontrado un lugar especial al cual
llamar hogar, lo perdió, a pesar de lo mucho que hizo para evitar su
destrucción.</b></p>
<p style="text-align:justify"><b>Hace unas semanas Stallman estuvo en el DF y </b>emeequis<b>
pudo charlar de manera peculiar con él: dada su costumbre de nunca
hospedarse en hoteles, reportero y fotógrafo fungieron como sus choferes
y acompañantes.</b></p>
<p style="text-align:justify"><b>Inusual entrevista con inusual personaje.</b></p>
<p style="text-align:justify"><span style="color:#ffffff">.</span></p>
<p style="text-align:justify"><b>Por Diego Mendiburu<br>
</b><b>Fotografías: Eduardo Loza</b></p>
<p style="text-align:justify"><span style="color:#ffffff">.</span></p>
<p style="text-align:justify">Richard necesita ponerse unos calcetines, y rápido.</p>
<p style="text-align:justify">Con su característica barba larga y
retorcida, una prominente barriga, una cabellera que inicia negra y
termina gris y se extiende hasta ocultarle los hombros, me espera en el
umbral de un departamento justo al inicio de la calle de Bolívar,
esquina con Brasil, en el Centro Histórico de la Ciudad de México.</p>
<p style="text-align:justify">Quienes no lo conozcan dirían que estoy frente a un <i>hippie</i> gringo que vino de mochilazo a conocer la capital. Si se le juzga por su apariencia y sus hábitos, tendrían razón.</p>
<p style="text-align:justify">Pero no es un visitante cualquiera, y no
se está poniendo unos calcetines para ir a conocer Xochimilco o las
pirámides de Teotihuacán. Este sujeto de ojos claros y rostro
extrañamente aniñado se llama Richard Stallman y es una de las personas
que mayor influencia ha tenido en el desarrollo de la industria del <i>software</i>, tanto como <b>Bill Gates </b>o<b> Steve Jobs</b>. No ha sido nombrado la persona del año por la revista <i>TIME</i>
ni Forbes le ha dedicado media docena de páginas gracias a su éxito
económico porque a él lo que menos le interesa es el poder o el dinero.</p>
<p style="text-align:justify">Stallman quiere ser libre y que todos lo seamos, al menos frente a una computadora.</p>
<p style="text-align:justify">En 1983 comenzó a desarrollar, con apoyo
de quienes se le han sumado a su causa, un sistema operativo
informático totalmente libre. A la postre, la iniciativa de Stallman se
ha convertido en un movimiento de miles, quizá millones de personas,
cuyos principios éticos y filosóficos han influenciado no sólo al mundo
de la informática, sino a la cultura, las artes y la sociedad.</p>
<p style="text-align:justify">Ahora no hay tiempo para explicar la
influencia de este hombre que aún sigue buscando unos calcetines.
Necesitamos irnos ya. Lo está esperando el senador Francisco Javier
Castellón Fonseca desde hace 15 minutos.</p>
<p style="text-align:justify">Extraña oportunidad para realizar una
entrevista: debemos recoger a Stallman en el estudio donde se está
quedando, llevarlo a dar una conferencia al Senado y luego tratar de
conversar con él camino al aeropuerto.</p>
<p style="text-align:justify">Al fin se pone unos zapatos negros,
cierra su prominente maleta, guarda en una mochila su pequeña
computadora Yeeloong, de fabricación china y única en el mundo por usar
sólo <i>software</i> libre.</p>
<p style="text-align:justify">Salimos a la calle para abordar el auto
que nos llevará al auditorio Sebastián Lerdo de Tejada del Senado. Pero
hay un problema.</p>
<p style="text-align:justify">—¡Pongan la maleta atrás! —ordena Stallman al tiempo que señala la cajuela.</p>
<p style="text-align:justify">—No se puede, la traigo llena —responde Eduardo Loza, fotógrafo y ruletero por una tarde.</p>
<p style="text-align:justify">—¿Y entonces, dónde?</p>
<p style="text-align:justify">—Aquí, en los asientos traseros.</p>
<p style="text-align:justify">—¡No! ¡No se puede! ¡No podemos dejar mi
maleta en un auto sin que nadie la vigile! —Stallman comienza a elevar
el volumen, desesperarse—. ¡En qué están pensando ustedes!</p>
<p style="text-align:justify">A ratos gruñón, el padre del <i>software</i>
libre se concentra en el teclado de su computadora una vez en el auto.
No gusta de la conversación ligera. Después nos enteraremos por qué.</p>
<p style="text-align:center"><b>* * *</b></p>
<p style="text-align:justify">Imagínese que compra un auto nuevo. Pero
usted tiene prohibido abrir el cofre y conocer su motor, identificar el
tanque de gasolina, la batería, el carburador. Imagine también que
no puede cambiarle la radio, ponerle rines deportivos o cambiarle el
escape. Por último, imagine que ese auto en realidad no es suyo, sino
que usted sólo tiene una “licencia” para usarlo, además no puede
prestárselo a nadie.</p>
<p style="text-align:justify">¿Absurdo? Pues eso es muy parecido a lo que sucede actualmente con la industria del <i>software</i>. “¿Por qué permitimos que funcione así?”, se pregunta Stallman.</p>
<p style="text-align:justify">El <i>software</i> libre es la alternativa a ese modelo que las más grandes empresas de la programación han impuesto.</p>
<p style="text-align:justify">“El <i>software</i> libre es aquel que
respeta tu libertad y la solidaridad social de tu comunidad”, define
Stallman frente a un auditorio lleno. La otra posibilidad, añade, es el <i>software</i> privativo, llamado así porque “priva a sus usuarios de la libertad”.</p>
<p style="text-align:justify">El <i>software</i> libre debe reunir cuatro características para poder ser identificado como tal:</p>
<p style="text-align:justify">1) La libertad de ejecutar el programa para cualquier propósito.</p>
<p style="text-align:justify">2) La libertad de estudiar cómo funciona
el programa y la posibilidad de adaptarlo de acuerdo a las necesidades
del usuario (el acceso al código fuente del programa es una
pre condición para esto).</p>
<p style="text-align:justify">3) La libertad de distribuir copias como acto de solidaridad con el vecino.</p>
<p style="text-align:justify">4) La libertad de mejorar el programa y hacer esas mejoras públicas, para que toda la comunidad se beneficie.</p>
<p style="text-align:justify">“Es un <i>software</i> ético,
distribuido de manera ética. Un programa privativo es un yugo, una
trampa. Si tiene funcionalidades atractivas son el cebo de la trampa
para que la gente abandone su libertad. El <i>software</i> privativo no debería existir.</p>
<p style="text-align:justify">Su existencia, su uso es un problema
social. Y deberíamos eliminarlo —conmina Stallman frente a las cámaras
del Canal del Congreso—, pues suele tener funcionalidades malignas”.</p>
<p style="text-align:justify">Le dan la razón algunos sucesos recientes:</p>
<p style="text-align:justify">En 2009, la empresa Amazon borró por accidente y de forma remota la novela <i>1984</i>, de George Orwell, de las tabletas lectoras de libros Kindle de miles de sus clientes.</p>
<p style="text-align:justify">Recientemente se supo que los teléfonos
iPhone registraban, sin autorización, todas las coordenadas del GPS del
aparato, lo que significa que potencialmente Apple, o quien vulnerara
la seguridad del dispositivo, podría haber monitoreado la ubicación
precisa de cada usuario.</p>
<p style="text-align:justify">Eso no pasaría con el <i>software</i> libre, ya que al ser público su código cualquiera puede detectar funciones inconvenientes y eliminarlas de inmediato.</p>
<p style="text-align:justify">(“No tengo teléfono portátil porque
reconocí, cuando aparecieron, que son el sueño de Stalin, son
dispositivos de vigilancia y seguimiento de la gente —me dirá en algún
momento Stallman—. Si hace 20 años alguien te hubiera preguntado
‘¿quieres llevar un dispositivo que diga cada minuto dónde estás al gran
hermano?’, hubieras dicho que esa era una pregunta absurda, que
evidentemente no”).</p>
<p style="text-align:justify">El senador Castellón agradece al físico y programador en cuanto éste finaliza su intervención.</p>
<p style="text-align:justify">Entonces vemos otra de las escenas que han conformado la polémica reputación de Stallman: su obsesión por jamás utilizar <i>software</i> privativo, incluso cuando se le hace una entrevista para radio o televisión.</p>
<p style="text-align:justify">—Quiero agradecerle a Richard, que tiene
las puertas abiertas del Senado de la República; su conferencia y el
foro están siendo transmitidos en vivo por el Canal del Congreso y…</p>
<p style="text-align:justify">—¿Pero es un canal de emisión de ondas electromagnéticas o por internet? —interrumpe ansioso Stallman.</p>
<p style="text-align:justify">—Ambos —le responde el senador.</p>
<p style="text-align:justify">—Pero, en internet ¿qué formato usan?</p>
<p style="text-align:justify">La gente echa a reír y Richard aumenta el volumen de su voz. Aquí no hay ninguna broma.</p>
<p style="text-align:justify">Stallman rechaza entrevistas que serán publicadas en formatos de video o audio que no son de <i>software</i> libre.</p>
<p style="text-align:justify">—Los formatos que suelen usarse para videos son un obstáculo para el <i>software</i> libre. Este es un asunto muy importante, el Senado tiene que cambiar por un formato que no imponga el uso de <i>software</i> privativo, como WebM u Ogg Vorbis…</p>
<p style="text-align:justify">—Gracias por la recomendación, Richard —le responde el legislador—. Vamos a hacer un receso.</p>
<p style="text-align:center"><b>* * *</b></p>
<p style="text-align:justify">La vida de Stallman está marcada por la pérdida.</p>
<p style="text-align:justify">El nacimiento del <i>software</i>
libre, si bien tiene profundas raíces filosóficas y éticas, obedece
también a la necesidad de este hombre de encontrar un hogar.</p>
<p style="text-align:justify">Stallman nació el 16 de marzo de 1953 en
Manhattan, Nueva York, hijo de una pareja de judíos. Su madre,
profesora sustituta de arte; su padre, un veterano de la Segunda Guerra
Mundial que siempre estaba enojado, según recuerda Richard.</p>
<p style="text-align:justify">“Nunca gritaba —ha comentado en entrevistas previas— pero tenía una manera fría y ofensiva de criticarte”.</p>
<p style="text-align:justify">Sus padres se divorciaron cuando
Stallman apenas rebasaba los cinco años. Pasó el resto de su infancia
viviendo de lunes a viernes con su madre y los fines de semana con su
padre. Ahí perdió su primer hogar.</p>
<p style="text-align:justify">“En mi tristeza, solía pensar ‘quiero ir
a casa’… Me refería a un lugar inexistente que nunca encontraré”, dijo
Stallman en una entrevista publicada en 2002.</p>
<p style="text-align:justify">También pasó mucho tiempo con sus
abuelos paternos. Cuando cumplió 10 años, ambos murieron
consecutivamente. Esta pérdida fue devastadora para Stallman, quien ha
dicho que solía encontrar con ellos un ambiente amoroso y gentil. Había
vuelto a perder un hogar.</p>
<p style="text-align:justify">No encontraría el siguiente sino hasta
que entró a la universidad, porque sus años en la educación media fueron
terribles. Nunca logró socializar con sus compañeros de escuela, era
inhábil para los deportes y se rehusaba a escribir tareas que no fueran
de matemáticas y ciencias exactas.</p>
<p style="text-align:justify">—De adolescente no comprendía las
relaciones con los otros. No sabía participar. No soy buen conversador,
no me interesa hablar del clima o cosas sin importancia, y no comprendo
por qué otros lo hacen. Para mí es pura molestia si alguien me invita a
hacerlo —platica mientras viajamos rumbo al aeropuerto, luego de que el
mal humor se esfumó junto con el estrés de su conferencia.</p>
<p style="text-align:justify">—Pero esas pláticas ayudan a establecer un vínculo con las personas —le digo.</p>
<p style="text-align:justify">—Para mí eso no es un vínculo, es sólo
una molestia —responde en el perfecto español, idioma que aprendió
empíricamente, como el francés.</p>
<p style="text-align:justify">Su madre, ya fallecida, admitió en 2002
que su hijo podría tenía “algunas de las características de un niño
autista… lamento no haber sabido más sobre el autismo en ese entonces”.</p>
<p style="text-align:justify">Stallman se describió como “casi
autista” en una entrevista, y cree que si hubiera nacido 40 años después
hubiera sido diagnosticado con síndrome de Asperger, que se diferencia
del autismo en tanto que el sujeto no observa retraso en el desarrollo
del lenguaje.</p>
<p style="text-align:justify">Considerado un niño prodigio en las
ciencias exactas y siendo un insaciable devorador de libros, Stallman
ingresó a un curso de ciencias y matemáticas de fin de semana en la
Universidad de Columbia, especialmente diseñado para estudiantes
superdotados. Inclusive ahí fue considerado por sus compañeros como
“demasiado intenso” y que “asustaba”.</p>
<p style="text-align:justify">A los 12 años comenzó su fascinación por
las computadoras al recibir de un maestro el manual de una IBM 7094,
pudo tocar una hasta los 16. Entonces cayó sobre él la amenaza de la
guerra de Vietnam.</p>
<p style="text-align:justify">“Temía ser enviado a Vietnam, el miedo
me aplastó durante años —relata rumbo al aeropuerto—. Pero tuve suerte.
No me enrolaron porque al último momento conseguí una exención de
estudiante”.</p>
<p style="text-align:justify">A pesar de oponerse a la guerra en
Vietnam, Stallman no participó en las protestas de la época. Sus fuertes
convicciones políticas se manifestarían mucho después. Ingresó a la
prestigiosa Universidad de Harvard, donde estudió una licenciatura en
Física.</p>
<p style="text-align:justify">En Harvard su curiosidad por la
informática aumentó, al punto que sus visitas a los laboratorios de
cómputo se hacían cada vez más frecuentes. Pronto comenzó a programar, y
en cuanto terminó su licenciatura decidió acudir al laboratorio de
inteligencia artificial del Instituto Tecnológico de Massachussets, el
famoso MIT. De inmediato fue contratado.</p>
<p style="text-align:justify">Ahí encontró un laboratorio completamente distinto a los que había conocido antes: había una verdadera “cultura <i>hacker</i>”,
como él mismo la define, un ambiente en donde mentes brillantes
encontraban soluciones ingeniosas a problemas complejos, donde
cualquiera podía sentarse frente a una computadora y empezar a
programar, y donde todos compartían un objetivo: escribir el mejor <i>software</i>.
Nada de hacer dinero, obtener fama o demostrar ser mejor que los demás.
Un ambiente de camaradería, fraternidad… una nueva familia.</p>
<p style="text-align:center"><b>* * *</b></p>
<p style="text-align:justify">Richard Matthew Stallman creía haber
hallado, al fin, su verdadero hogar. Estaba equivocado. Impotente, lo
vio desintegrarse ante sus ojos.</p>
<p style="text-align:justify">El <i>software</i> libre, contrario a lo novedoso que puede ser el término para algunos, precede al <i>software</i>
privativo. Antes, cuando Stallman comenzó a programar en los
laboratorios universitarios, el único software que existía era aquel que
se podía estudiar, copiar, modificar y mejorar con total libertad, ya
sea dentro de las aulas o afuera mediante Arpanet, la red de
computadoras que posteriormente se convertiría en la red de redes, la
internet.</p>
<p style="text-align:justify">“Participaba en una comunidad de <i>software</i>
libre ya madura, que ya usaba un sistema operativo libre, y me
emplearon para participar en su desarrollo. No era tan grande, quizá
unos cientos de personas. Teníamos costumbres muy arraigadas, como la
consideración ética de los asuntos, tradiciones de cómo colaborar,
cooperar con otros”.</p>
<p style="text-align:justify">La primera vez que Stallman se topó con su enemigo, el <i>software</i>
privativo, fue cuando un programador de la empresa Xerox se negó a
darle el código fuente de una impresora. Richard quería modificarlo para
que le avisara a los usuarios cuando el papel se había atascado, una
modificación sencilla que mejoraría la vida de todos dentro del
laboratorio, ya que la impresora estaba muy lejos.</p>
<p style="text-align:justify">La segunda vez fue mucho peor. A
principios de los ochenta los programadores del laboratorio se
dividieron en dos grupos, presionados por quienes querían comercializar
lo que producían. Unos fundaron la compañía Symbolics, cuya intención
era reemplazar el <i>software</i> libre del laboratorio con su propio <i>software</i> privativo.</p>
<p style="text-align:justify">“Cuando fueron las protestas de Vietnam
no me imaginaba actuando políticamente. Gané la fuerza para actuar
durante los años en el MIT, porque tenía que actuar de pequeñas maneras
dentro del laboratorio para mantener la libertad tradicional. Eso me
preparó para una lucha más fuerte, pues comenzó a morir la comunidad por
la división entre sus miembros. ¿Qué habría podido hacer yo para que
los ex empleados volvieran? ¿Cómo convencerlos?”.</p>
<p style="text-align:justify">Stallman, quien solía dormir en el
laboratorio, se quedó prácticamente solo. “Eso me puso muy triste, pero
encontré una manera de contraatacar, de resistir.</p>
<p style="text-align:justify">Nos dieron un ultimátum: Symbolics,
empresa a la que no prefería, exigió a todos en el laboratorio elegir un
lado u otro, así que la única reacción era elegir el lado opuesto y
batirse”.</p>
<p style="text-align:justify">Symbolics quería que todas las computadoras usaran su sistema operativo y que se abandonara el anterior, que era <i>software</i>
libre. Para evitarlo, Stallman integraba todas las características del
sistema de Symbolics al sistema operativo anterior, con tal de evitar su
obsolescencia.</p>
<p style="text-align:justify">Trabajó arduamente dos años. Al final el MIT decidió comprar unas máquinas que sólo funcionaban con el <i>software</i> de Symbolics. Stallman comprendió que su tiempo en el laboratorio había terminado. Había vuelto a perder su hogar.</p>
<p style="text-align:justify">Pronto anunció en grupos de noticias de
Arpanet el desarrollo de GNU, un sistema operativo totalmente libre que
podría ser utilizado en cualquier máquina del planeta.</p>
<p style="text-align:justify">El nombre GNU es “un acrónimo recursivo… pero no tengo tiempo de explicárselos”, abrevió en su conferencia del Senado.</p>
<p style="text-align:justify">En realidad es una broma, porque
significa “GNU No es Unix”, en referencia al muy añejo Unix que, sin
embargo, ha sido cimiento de muchos sistemas operativos modernos, como
Mac OS X.</p>
<p style="text-align:justify">Stallman fundó la organización no
lucrativa Free Software Foundation para coordinar la creación de su
sistema operativo. “Quería crear otra comunidad de <i>software</i>
libre, una que reemplazara la comunidad perdida. No deseaba pasar toda
mi vida sufriendo un acto injusto, quería construir algo nuevo. Por eso
comencé el desarrollo de GNU”.</p>
<p style="text-align:justify">La Free Software Foundation redactó en
1989 la Licencia Pública General de GNU —más conocida por su nombre en
inglés GNU General Public License o GPL—, cuyo propósito es declarar que
el <i>software</i> cubierto por esta licencia es libre y, por tanto,
está protegido contra intentos de apropiación que restrinjan la libertad
de los usuarios.</p>
<p style="text-align:justify">Cabe aclarar que el <i>software </i>libre no necesariamente es gratuito. Los programadores son libres de cobrar o no por su programación.</p>
<p style="text-align:justify">Stallman desarrolló muchos programas del sistema operativo, pero aún no terminaba de escribir el núcleo, es decir, el <i>software</i> que se encarga de que el resto de los programas tengan acceso al <i>hardware</i>
de la computadora. En 1989 un ingeniero finlandés liberó el núcleo
Linux bajo la licencia GPL, colocando la última pieza del rompecabezas.
Así nació el sistema operativo GNU/Linux, que hoy es utilizado
aproximadamente por 1.5 por ciento de las computadoras del mundo.</p>
<p style="text-align:justify">Es un número pequeño, pero es, por
mucho, el sistema más utilizado en servidores de internet por su
confiabilidad —63 por ciento, según el sitio especializado W3Techs— y
tiene 33 por ciento del mercado de teléfonos móviles inteligentes a
través de Android, de Google, basado en GNU/Linux.</p>
<p style="text-align:justify">Stallman todavía extraña aquellos años
en el laboratorio. A mediados de los noventa dejó de programar y hoy se
la pasa viajando por todo el planeta predicando las bondades del <i>software</i>
libre, que no se desarrolla dentro de su fundación sino que más bien es
impulsado por miles, quizá millones de personas en todos los países.</p>
<p style="text-align:justify">“No tengo un hogar. Después de la muerte de la comunidad del laboratorio del MIT nunca he tenido un hogar.</p>
<p style="text-align:justify">Estoy algo triste, pero ¿qué puedo hacer?”.</p>
<p style="text-align:center"><b>* * *</b></p>
<p style="text-align:justify">Conversamos en el auto. Richard se toma
una de las hebras retorcidas de su cabellos canos y la recorre con sus
dedos índice y pulgar hasta la punta. Se mete la punta a la boca y la
cercena delicadamente con sus dientes frontales. Luego la saca de su
boca con los dedos. Lo hace una y otra vez.</p>
<p style="text-align:justify">Manía no tan extraña para un hombre no tan ordinario.</p>
<p style="text-align:justify">Llegamos al aeropuerto. Luego de hacer
el papeleo, Richard dice que tiene hambre. Quiere una sopa. Al no dar
con alguna que le apetezca, opta por comprarse un par de bizcochos de
una famosa cadena estadunidense.</p>
<p style="text-align:justify">Stallman nunca se hospeda en hoteles, siempre duerme en las casas de simpatizantes de la causa del <i>softwar</i>e libre que le abren las puertas de sus hogares e inclusive le pagan o le cocinan sus alimentos.</p>
<p style="text-align:justify">“Después de 10 años en el MIT, que no pagaba muy bien, seguí la vida de estudiante. Cuando lancé el movimiento del <i>software</i>
libre decidí vivir barato para no ser esclavo del dinero; para poder
hacer lo que me pareciera justo necesitaba, primero, no depender del
dinero. Sé que hubiera podido dedicarme a programar en el mundo del <i>software</i>
privativo y ganar mucho dinero, pero esa hubiera sido una vida fea, de
vergüenza. Habría pasado el resto de mi vida lamentando lo que hacía”.</p>
<p style="text-align:justify">Sentados en el área de comida de la terminal aérea, Richard deshace el <i>brownie</i> de chocolate y el <i>cruller</i> glaseado que compró, para llevarse los pedacitos a la boca.</p>
<p style="text-align:justify">“Me pagan por dar conferencias. No tengo
ingresos enormes y no los necesito, mi vida no es muy cara. Lo que
deseaba realmente no era lo material, lo que se vende. Las cosas que más
faltaban en mi vida no se vendían. ¿Por qué buscar más dinero? Estoy
muy contento, los lujos no podrían haberme hecho tan feliz como haber
logrado algo”.</p>
<p style="text-align:justify">Y vaya que lo ha logrado. Stallman ha recibido múltiples reconocimientos por su férrea defensa del <i>software</i> libre, como una beca de la MacArthur Foundation en 1990, y media docena de doctorados <i>honoris causa</i> de parte de universidades de todo el mundo.</p>
<p style="text-align:justify">La influencia de Stallman es tal que su
filosofía ha inundado también el mundo de la cultura: el académico
Lawrence Lessig creó las licenciaturas Creative Commons, que son el
equivalente de la licencia GPL para los productos culturales. En 2004
publicó su libro <i>Cultura libre</i>, que trata sobre los excesos de las leyes de derechos de autor, la piratería y el <i>copyleft </i>—término
acuñado por Stallman—, que consiste en permitir la libre distribución
de copias y versiones modificadas de una obra u otro trabajo, exigiendo
que los mismos derechos sean preservados en las versiones modificadas.</p>
<p style="text-align:justify">Falta una hora para que el avión de
Richard despegue. Se dirige a Boston, Massachussetts, donde tiene un
pequeño departamento. Estará poco tiempo: en menos de una semana volará
de nuevo, esta vez hacia Innsbruck, Austria.</p>
<p style="text-align:justify">Es hora de la última pregunta.</p>
<p style="text-align:justify">—¿La comunidad del <i>software</i> libre puede innovar a la misma velocidad que lo hacen las grandes empresas?</p>
<p style="text-align:justify">—No sé, pero es un asunto secundario,
porque la libertad es más importante que la innovación. De hecho la
innovación no vale nada si viene sin libertad. Sacrificaría sin dudarlo
toda la innovación por la libertad.</p>
<p style="text-align:justify">Un muchacho delgado y moreno deambula por nuestra mesa. Al fin se anima. Se acerca a Richard, le pide un autógrafo.</p>
<p style="text-align:justify">—¿Esta aquí por coincidencia? —le pregunta Stallman.</p>
<p style="text-align:justify">—No, sabía que su avión sale a la una de la tarde —le responde el joven.</p>
<p style="text-align:justify">—Este es un suceso único en mi vida
—dice Stallman, con una profunda sonrisa—. Nunca me había buscado nadie
en el aeropuerto. Raras veces alguien me reconoce, y es agradable. Pero
no todas las semanas. Soy un poquito célebre, no mucho —festeja antes
pasar a la sala de abordaje y subirse al avión que lo llevará a ese
lugar donde vive unos cuantos meses del año, pero al que nunca podrá
llamar hogar. ¶</p>