[un/loquer] bonito

Federico Lopez jardincosmico at gmail.com
Mon Oct 31 13:38:25 UTC 2011


Eliette!  gran saludo y gracias por ese documento, lo disfruto.

para los curiosos dejo acá las notas que el señor Stallman envia para
aclarar sus requerimientos antes de dar una conferencia

https://secure.mysociety.org/admin/lists/pipermail/developers-public/2011-October/007647.html

buen día

fede.

2011/10/31 Eliette Restrepo <elietterestrepo at gmail.com>:
> "...la libertad es mas importante que la innovacion. De hecho, la innovacion
> no vale nada sin libertad. Sacrificaria sin dudarlo toda la innovacion por
> la libertad"
>
> Richard Stallman
>
> http://www.m-x.com.mx/2011-06-12/richard-stallman-un-hombre-sin-hogar/
>
> Richard Stallman, un hombre sin hogar
>
> .
>
> Para unos es un loco; para otros, un extremista. Richard Stallman es, sin
> duda, un personaje trascendental de la era de la información, cuya
> influencia podría ser aún mayor después de su propio tiempo de vida. Es,
> también, un hombre que ha perdido a su familia y que cuando pensó que por
> fin había encontrado un lugar especial al cual llamar hogar, lo perdió,  a
> pesar de lo mucho que hizo para evitar su destrucción.
>
> Hace unas semanas Stallman estuvo en el DF y emeequis pudo charlar de manera
> peculiar con él: dada su costumbre de nunca hospedarse en hoteles, reportero
> y fotógrafo fungieron como sus choferes y acompañantes.
>
> Inusual entrevista con inusual personaje.
>
> .
>
> Por Diego Mendiburu
> Fotografías: Eduardo Loza
>
> .
>
> Richard necesita ponerse unos calcetines, y  rápido.
>
> Con su característica barba larga y retorcida, una prominente barriga, una
> cabellera que inicia negra y termina gris y se extiende hasta ocultarle los
> hombros, me espera en el umbral de un departamento justo al inicio de la
> calle de Bolívar, esquina con Brasil, en el Centro Histórico de la Ciudad de
> México.
>
> Quienes no lo conozcan dirían que estoy frente a un hippie gringo que vino
> de mochilazo a conocer la capital. Si se le juzga por su apariencia y sus
> hábitos, tendrían razón.
>
> Pero no es un visitante cualquiera, y no se está poniendo unos calcetines
> para ir a conocer Xochimilco o las pirámides de Teotihuacán. Este sujeto de
> ojos claros y rostro extrañamente aniñado se llama Richard Stallman y es una
> de las personas que mayor influencia ha tenido en el desarrollo de la
> industria del software, tanto como Bill Gates o Steve Jobs. No ha sido
> nombrado la persona del año por la revista TIME ni Forbes le ha dedicado
> media docena de páginas gracias a su éxito económico porque a él lo que
> menos le interesa es el poder o el dinero.
>
> Stallman quiere ser libre y que todos lo seamos, al menos frente a una
> computadora.
>
> En 1983 comenzó a desarrollar, con apoyo de quienes se le han sumado a su
> causa, un sistema operativo informático totalmente libre. A la postre, la
> iniciativa de Stallman se ha convertido en un movimiento de miles, quizá
> millones de personas, cuyos principios éticos y filosóficos han influenciado
> no sólo al mundo de la informática, sino a la cultura, las artes y la
> sociedad.
>
> Ahora no hay tiempo para explicar la influencia de este hombre que aún sigue
> buscando unos calcetines. Necesitamos irnos ya. Lo está esperando el senador
> Francisco Javier Castellón Fonseca desde hace 15 minutos.
>
> Extraña oportunidad para realizar una entrevista: debemos recoger a Stallman
> en el estudio donde se está quedando, llevarlo a dar una conferencia al
> Senado y luego tratar de conversar con él camino al aeropuerto.
>
> Al fin se pone unos zapatos negros, cierra su prominente maleta, guarda en
> una mochila su pequeña computadora Yeeloong, de fabricación china y única en
> el mundo por usar sólo software libre.
>
> Salimos a la calle para abordar el auto que nos llevará al auditorio
> Sebastián Lerdo de Tejada  del Senado. Pero hay un problema.
>
> —¡Pongan la maleta atrás! —ordena Stallman al tiempo que señala la cajuela.
>
> —No se puede, la traigo llena —responde Eduardo Loza, fotógrafo y ruletero
> por una tarde.
>
> —¿Y entonces, dónde?
>
> —Aquí, en los asientos traseros.
>
> —¡No! ¡No se puede! ¡No podemos dejar mi maleta en un auto sin que nadie la
> vigile! —Stallman comienza a elevar el volumen, desesperarse—. ¡En qué están
> pensando ustedes!
>
> A ratos gruñón, el padre del software libre se concentra en el teclado de su
> computadora una vez en el auto. No gusta de la conversación ligera. Después
> nos enteraremos por qué.
>
> * * *
>
> Imagínese que compra un auto nuevo. Pero usted tiene prohibido abrir el
> cofre y conocer su motor, identificar el tanque de gasolina, la batería, el
> carburador. Imagine también que no puede cambiarle la radio, ponerle rines
> deportivos o cambiarle el escape. Por último, imagine que ese auto en
> realidad no es suyo, sino que usted sólo tiene una “licencia” para usarlo,
> además no puede prestárselo a nadie.
>
> ¿Absurdo? Pues eso es muy parecido a lo que sucede actualmente con la
> industria del software. “¿Por qué permitimos que funcione así?”, se pregunta
> Stallman.
>
> El software libre es la alternativa a ese modelo que las más grandes
> empresas de la programación han impuesto.
>
> “El software libre es aquel que respeta tu libertad y la solidaridad social
> de tu comunidad”, define Stallman frente a un auditorio lleno. La otra
> posibilidad, añade, es el software privativo, llamado así porque “priva a
> sus usuarios de la libertad”.
>
> El software libre debe reunir cuatro características para poder ser
> identificado como tal:
>
> 1) La libertad de ejecutar el programa para cualquier propósito.
>
> 2) La libertad de estudiar cómo funciona el programa y la posibilidad de
> adaptarlo de acuerdo a las necesidades del usuario (el acceso al código
> fuente del programa es una pre condición para esto).
>
> 3) La libertad de distribuir copias como acto de solidaridad con el vecino.
>
> 4) La libertad de mejorar el programa y hacer esas mejoras públicas, para
> que toda la comunidad se beneficie.
>
> “Es un software ético, distribuido de manera ética. Un programa privativo es
> un yugo, una trampa. Si tiene funcionalidades atractivas son el cebo de la
> trampa para que la gente abandone su libertad. El software privativo no
> debería existir.
>
> Su existencia, su uso es un problema social. Y deberíamos eliminarlo
> —conmina Stallman frente a las cámaras del Canal del Congreso—, pues suele
> tener funcionalidades malignas”.
>
> Le dan la razón algunos sucesos recientes:
>
> En 2009, la empresa Amazon borró por accidente y de forma remota la novela
> 1984, de George Orwell, de las tabletas lectoras de libros Kindle de miles
> de sus clientes.
>
> Recientemente se supo que los teléfonos iPhone registraban, sin
> autorización, todas las coordenadas del GPS del aparato, lo que significa
> que potencialmente Apple, o quien  vulnerara la seguridad del dispositivo,
> podría haber monitoreado la ubicación precisa de cada usuario.
>
> Eso no pasaría con el software libre, ya que al ser público su código
> cualquiera puede detectar funciones inconvenientes y eliminarlas de
> inmediato.
>
> (“No tengo teléfono portátil porque reconocí, cuando aparecieron, que son el
> sueño de Stalin, son dispositivos de vigilancia y seguimiento de la gente
> —me dirá en algún momento Stallman—. Si hace 20 años alguien te hubiera
> preguntado ‘¿quieres llevar un dispositivo que diga cada minuto dónde estás
> al gran hermano?’, hubieras dicho que esa era una pregunta absurda, que
> evidentemente no”).
>
> El senador Castellón agradece al físico y programador en cuanto éste
> finaliza su intervención.
>
> Entonces vemos otra de las escenas que han conformado la polémica reputación
> de Stallman: su obsesión por jamás utilizar software privativo, incluso
> cuando se le hace una entrevista para radio o televisión.
>
> —Quiero agradecerle a Richard, que tiene las puertas abiertas del Senado de
> la República; su conferencia y el foro están siendo transmitidos en vivo por
> el Canal del Congreso y…
>
> —¿Pero es un canal de emisión de ondas electromagnéticas o por internet?
> —interrumpe ansioso Stallman.
>
> —Ambos —le responde el senador.
>
> —Pero, en internet ¿qué formato usan?
>
> La gente echa a reír y Richard aumenta el volumen de su voz. Aquí no hay
> ninguna broma.
>
> Stallman rechaza entrevistas que serán publicadas en formatos de video o
> audio que no son de software libre.
>
> —Los formatos que suelen usarse para videos son un obstáculo para el
> software libre. Este es un asunto muy importante, el Senado tiene que
> cambiar por un formato que no imponga el uso de software privativo, como
> WebM u Ogg Vorbis…
>
> —Gracias por la recomendación, Richard —le responde el legislador—. Vamos a
> hacer un receso.
>
> * * *
>
> La vida de Stallman está marcada por la pérdida.
>
> El nacimiento del software libre, si bien tiene profundas raíces filosóficas
> y éticas, obedece también a la necesidad de este hombre de encontrar un
> hogar.
>
> Stallman nació el 16 de marzo de 1953 en Manhattan, Nueva York, hijo de una
> pareja de judíos. Su madre, profesora sustituta de arte; su padre, un
> veterano de la Segunda Guerra Mundial que siempre estaba enojado, según
> recuerda Richard.
>
> “Nunca gritaba —ha comentado en entrevistas previas— pero tenía una manera
> fría y ofensiva de criticarte”.
>
> Sus padres se divorciaron cuando Stallman apenas rebasaba los cinco años.
> Pasó el resto de su infancia viviendo de lunes a viernes con su madre y los
> fines de semana con su padre. Ahí perdió su primer hogar.
>
> “En mi tristeza, solía pensar ‘quiero ir a casa’… Me refería a un lugar
> inexistente que nunca encontraré”, dijo Stallman en una entrevista publicada
> en 2002.
>
> También pasó mucho tiempo con sus abuelos paternos. Cuando cumplió 10 años,
> ambos murieron consecutivamente. Esta pérdida fue devastadora para Stallman,
> quien ha dicho que solía encontrar con ellos un ambiente amoroso y gentil.
> Había vuelto a perder un hogar.
>
> No encontraría el siguiente sino hasta que entró a la universidad, porque
> sus años en la educación media fueron terribles. Nunca logró socializar con
> sus compañeros de escuela, era inhábil para los deportes y se rehusaba a
> escribir tareas que no fueran de matemáticas y ciencias exactas.
>
> —De adolescente no comprendía las relaciones con los otros. No sabía
> participar. No soy buen conversador, no me interesa hablar del clima o cosas
> sin importancia, y no comprendo por qué otros lo hacen. Para mí es pura
> molestia si alguien me invita a hacerlo —platica mientras viajamos rumbo al
> aeropuerto, luego de que el mal humor se esfumó junto con el estrés de su
> conferencia.
>
> —Pero esas pláticas ayudan a establecer un vínculo con las personas —le
> digo.
>
> —Para mí eso no es un vínculo, es sólo una molestia —responde en el perfecto
> español, idioma que aprendió empíricamente, como el francés.
>
> Su madre, ya fallecida, admitió en 2002 que su hijo podría tenía “algunas de
> las características de un niño autista… lamento no haber sabido más sobre el
> autismo en ese entonces”.
>
> Stallman se describió como “casi autista” en una entrevista, y cree que si
> hubiera nacido 40 años después hubiera sido diagnosticado con síndrome de
> Asperger, que se diferencia del autismo en tanto que el sujeto no observa
> retraso en el desarrollo del lenguaje.
>
> Considerado un niño prodigio en las ciencias exactas y siendo un insaciable
> devorador de libros, Stallman ingresó a un curso de ciencias y matemáticas
> de fin de semana en la Universidad de Columbia, especialmente diseñado para
> estudiantes superdotados. Inclusive ahí fue considerado por sus compañeros
> como “demasiado intenso” y que “asustaba”.
>
> A los 12 años comenzó su fascinación por las computadoras al recibir de un
> maestro el manual de una IBM 7094, pudo tocar una hasta los 16. Entonces
> cayó sobre él la amenaza de la guerra de Vietnam.
>
> “Temía ser enviado a Vietnam, el miedo me aplastó durante años —relata rumbo
> al aeropuerto—. Pero tuve suerte. No me enrolaron porque al último momento
> conseguí una exención de estudiante”.
>
> A pesar de oponerse a la guerra en Vietnam, Stallman no participó en las
> protestas de la época. Sus fuertes convicciones políticas se manifestarían
> mucho después. Ingresó a la prestigiosa Universidad de Harvard, donde
> estudió una licenciatura en Física.
>
> En Harvard su curiosidad por la informática aumentó, al punto que sus
> visitas a los laboratorios de cómputo se hacían cada vez más frecuentes.
> Pronto comenzó a programar, y en cuanto terminó su licenciatura decidió
> acudir al laboratorio de inteligencia artificial del Instituto Tecnológico
> de Massachussets, el famoso MIT. De inmediato fue contratado.
>
> Ahí encontró un laboratorio completamente distinto a los que había conocido
> antes: había una verdadera “cultura hacker”, como él mismo la define, un
> ambiente en donde mentes brillantes encontraban soluciones ingeniosas a
> problemas complejos, donde cualquiera podía sentarse frente a una
> computadora y empezar a programar, y donde todos compartían un objetivo:
> escribir el mejor software. Nada de hacer dinero, obtener fama o demostrar
> ser mejor que los demás. Un ambiente de camaradería, fraternidad… una nueva
> familia.
>
> * * *
>
> Richard Matthew Stallman creía haber hallado, al fin, su verdadero hogar.
> Estaba equivocado. Impotente, lo vio desintegrarse ante sus ojos.
>
> El software libre, contrario a lo novedoso que puede ser el término para
> algunos, precede al software privativo. Antes, cuando Stallman comenzó a
> programar en los laboratorios universitarios, el único software que existía
> era aquel que se podía estudiar, copiar, modificar y mejorar con total
> libertad, ya sea dentro de las aulas o afuera mediante Arpanet, la red de
> computadoras que posteriormente se convertiría en la red de redes, la
> internet.
>
> “Participaba en una comunidad de software libre ya madura, que ya usaba un
> sistema operativo libre, y me emplearon para participar en su desarrollo. No
> era tan grande, quizá unos cientos de personas. Teníamos costumbres muy
> arraigadas, como la consideración ética de los asuntos, tradiciones de cómo
> colaborar, cooperar con otros”.
>
> La primera vez que Stallman se topó con su enemigo, el software privativo,
> fue cuando un programador de la empresa Xerox se negó a darle el código
> fuente de una impresora. Richard quería modificarlo para que le avisara a
> los usuarios cuando el papel se había atascado, una modificación sencilla
> que mejoraría la vida de todos dentro del laboratorio, ya que la impresora
> estaba muy lejos.
>
> La segunda vez fue mucho peor. A principios de los ochenta los programadores
> del laboratorio se dividieron en dos grupos, presionados por quienes querían
> comercializar lo que producían. Unos fundaron la compañía Symbolics, cuya
> intención era reemplazar el software libre del laboratorio con su propio
> software privativo.
>
> “Cuando fueron las protestas de Vietnam no me imaginaba actuando
> políticamente. Gané la fuerza para actuar durante los años en el MIT, porque
> tenía que actuar de pequeñas maneras dentro del laboratorio para mantener la
> libertad tradicional. Eso me preparó para una lucha más fuerte, pues comenzó
> a morir la comunidad por la división entre sus miembros. ¿Qué habría podido
> hacer yo para que los ex empleados volvieran? ¿Cómo convencerlos?”.
>
> Stallman, quien solía dormir en el laboratorio, se quedó prácticamente solo.
> “Eso me puso muy triste, pero encontré una manera de contraatacar, de
> resistir.
>
> Nos dieron un ultimátum: Symbolics, empresa a la que no prefería, exigió a
> todos en el laboratorio elegir un lado u otro, así que la única reacción era
> elegir el lado opuesto y batirse”.
>
> Symbolics quería que todas las computadoras usaran su sistema operativo y
> que se abandonara el anterior, que era software libre. Para evitarlo,
> Stallman integraba todas las características del sistema de Symbolics al
> sistema operativo anterior, con tal de evitar su obsolescencia.
>
> Trabajó arduamente dos años. Al final el MIT decidió comprar unas máquinas
> que sólo funcionaban con el software de Symbolics. Stallman comprendió que
> su tiempo en el laboratorio había terminado. Había vuelto a perder su hogar.
>
> Pronto anunció en grupos de noticias de Arpanet el desarrollo de GNU, un
> sistema operativo totalmente libre que podría ser utilizado en cualquier
> máquina del planeta.
>
> El nombre GNU es “un acrónimo recursivo… pero no tengo tiempo de
> explicárselos”, abrevió en su conferencia del Senado.
>
> En realidad es una broma, porque significa “GNU No es Unix”, en referencia
> al muy añejo Unix que, sin embargo, ha sido cimiento de muchos sistemas
> operativos modernos, como Mac OS X.
>
> Stallman fundó la organización no lucrativa Free Software Foundation para
> coordinar la creación de su sistema operativo. “Quería crear otra comunidad
> de software libre, una que reemplazara la comunidad perdida. No deseaba
> pasar toda mi vida sufriendo un acto injusto, quería construir algo nuevo.
> Por eso comencé el desarrollo de GNU”.
>
> La Free Software Foundation redactó en 1989 la Licencia Pública General de
> GNU —más conocida por su nombre en inglés GNU General Public License o GPL—,
> cuyo propósito es declarar que el software cubierto por esta licencia es
> libre y, por tanto, está protegido contra intentos de apropiación que
> restrinjan la libertad de los usuarios.
>
> Cabe aclarar que el software libre no necesariamente es gratuito. Los
> programadores son libres de cobrar o no por su programación.
>
> Stallman desarrolló muchos programas del sistema operativo, pero aún no
> terminaba de escribir el núcleo, es decir, el software que se encarga de que
> el resto de los programas tengan acceso al hardware de la computadora. En
> 1989 un ingeniero finlandés liberó el núcleo Linux bajo la licencia GPL,
> colocando la última pieza del rompecabezas. Así nació el sistema operativo
> GNU/Linux, que hoy es utilizado aproximadamente por 1.5 por ciento de las
> computadoras del mundo.
>
> Es un número pequeño, pero es, por mucho, el sistema más utilizado en
> servidores de internet por su confiabilidad —63 por ciento, según el sitio
> especializado W3Techs— y tiene 33 por ciento del mercado de teléfonos
> móviles inteligentes a través de Android, de Google, basado en GNU/Linux.
>
> Stallman todavía extraña aquellos años en el laboratorio. A mediados de los
> noventa dejó de programar y hoy se la pasa viajando por todo el planeta
> predicando las bondades del software libre, que no se desarrolla dentro de
> su fundación sino que más bien es impulsado por miles, quizá millones de
> personas en todos los países.
>
> “No tengo un hogar. Después de la muerte de la comunidad del laboratorio del
> MIT nunca he tenido un hogar.
>
> Estoy algo triste, pero ¿qué puedo hacer?”.
>
> * * *
>
> Conversamos en el auto. Richard se toma una de las hebras retorcidas de su
> cabellos canos y la recorre con sus dedos índice y pulgar hasta la punta. Se
> mete la punta a la boca y la cercena delicadamente con sus dientes
> frontales. Luego la saca de su boca con los dedos. Lo hace una y otra vez.
>
> Manía no tan extraña para un hombre no tan ordinario.
>
> Llegamos al aeropuerto. Luego de hacer el papeleo, Richard dice que tiene
> hambre. Quiere una sopa. Al no dar con alguna que le apetezca, opta por
> comprarse un par de bizcochos de una famosa cadena estadunidense.
>
> Stallman nunca se hospeda en hoteles, siempre duerme en las casas de
> simpatizantes de la causa del software libre que le abren las puertas de sus
> hogares e inclusive le pagan o le cocinan sus alimentos.
>
> “Después de 10 años en el MIT, que no pagaba muy bien, seguí la vida de
> estudiante. Cuando lancé el movimiento del software libre decidí vivir
> barato para no ser esclavo del dinero; para poder hacer lo que me pareciera
> justo necesitaba, primero, no depender del dinero. Sé que hubiera podido
> dedicarme a programar en el mundo del software privativo y ganar mucho
> dinero, pero esa hubiera sido una vida fea, de vergüenza. Habría pasado el
> resto de mi vida lamentando lo que hacía”.
>
> Sentados en el área de comida de la terminal aérea, Richard deshace el
> brownie de chocolate y el cruller glaseado que compró, para llevarse los
> pedacitos a la boca.
>
> “Me pagan por dar conferencias. No tengo ingresos enormes y no los necesito,
> mi vida no es muy cara. Lo que deseaba realmente no era lo material, lo que
> se vende. Las cosas que más faltaban en mi vida no se vendían. ¿Por qué
> buscar más dinero? Estoy muy contento, los lujos no podrían haberme hecho
> tan feliz como haber logrado algo”.
>
> Y vaya que lo ha logrado. Stallman ha recibido múltiples reconocimientos por
> su férrea defensa del software libre, como una beca de la MacArthur
> Foundation en 1990, y media docena de doctorados honoris causa de parte de
> universidades de todo el mundo.
>
> La influencia de Stallman es tal que su filosofía ha inundado también el
> mundo de la cultura: el académico Lawrence Lessig creó las licenciaturas
> Creative Commons, que son el equivalente de la licencia GPL para los
> productos culturales. En 2004 publicó su libro Cultura libre, que trata
> sobre los excesos de las leyes de derechos de autor, la piratería y el
> copyleft —término acuñado por Stallman—, que consiste en permitir la libre
> distribución de copias y versiones modificadas de una obra u otro trabajo,
> exigiendo que los mismos derechos sean preservados en las versiones
> modificadas.
>
> Falta una hora para que el avión de Richard despegue. Se dirige a Boston,
> Massachussetts, donde tiene un pequeño departamento. Estará poco tiempo: en
> menos de una semana volará de nuevo, esta vez hacia Innsbruck, Austria.
>
> Es hora de la última pregunta.
>
> —¿La comunidad del software libre puede innovar a la misma velocidad que lo
> hacen las grandes empresas?
>
> —No sé, pero es un asunto secundario, porque la libertad es más importante
> que la innovación. De hecho la innovación no vale nada si viene sin
> libertad. Sacrificaría sin dudarlo toda la innovación por la libertad.
>
> Un muchacho delgado y moreno deambula por nuestra mesa. Al fin se anima. Se
> acerca a Richard, le pide un autógrafo.
>
> —¿Esta aquí por coincidencia? —le pregunta Stallman.
>
> —No, sabía que su avión sale a la una de la tarde —le responde el joven.
>
> —Este es un suceso único en mi vida —dice Stallman, con una profunda
> sonrisa—. Nunca me había buscado nadie en el aeropuerto. Raras veces alguien
> me reconoce, y es agradable. Pero no todas las semanas. Soy un poquito
> célebre, no mucho —festeja antes pasar a la sala de abordaje y subirse al
> avión que lo llevará a ese lugar donde vive unos cuantos meses del año, pero
> al que nunca podrá llamar hogar. ¶
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